Querido amigo, cada mes de mayo, en la cancha de tus sueños,
donde la pasión se entrelaza con el aire, te recordamos, con lágrimas y risas.
Tus zapatillas, testigos de partidos y victorias, ahora descansan en silencio.
Las palas, extensiones de tus brazos, se alzan en un saludo eterno,
recordando esos puntos épicos, donde la adrenalina se fundía con el sol.
En cada saque, en cada revés, en cada abrazo tras una derrota,
tu espíritu vibraba en la malla, como un himno de lucha y camaradería.
Tus compañeros de pista te extrañamos, las risas compartidas,
los consejos, y en cada pelota que cruza la red, se siente tu presencia, tu energía.
Desde hace 20 años, el cielo se viste de verde, como las canchas que amaste,
y en ese infinito partido celestial, sabemos que sigues jugando y sonriendo.
Amigo Javier, hasta el próximo set, donde las estrellas serán las bolas,
y el amor por el pádel nos unirá, más allá de las fronteras del tiempo.
Querido amigo, tu legado vive en cada golpe,
y en cada “¡Vamos!”, resonará tu nombre, como un eco eterno en el corazón.